José Alejandro Espinoza: “(…) como si me acabara de enterar que después de mi umbral existe un mundo”

Antes que todo, quisiéramos conocer brevemente quién es José Alejandro Espinoza Arancibia.

En la actualidad soy profesor, enseño lo que aquí en Chile se llama Lenguaje y Comunicación, que es la enseñanza de la lengua materna, pero mi amor por las letras despertó en mí desde muy pequeño. Nací en un pueblito llamado Esmeralda, que es una zona campestre y, en las reuniones familiares, se narraban historias, leyendas campesinas que incentivaban mi imaginación. También mi padre se preocupó de hacernos escuchar música con canciones de letras muy comunicativas de autores como Violeta Parra y Víctor Jara, lo que nutrió mi vocabulario y sentido de las letras. Esta herencia campesina y musical me fue perfilando como narrador y, desde los 10 años, comencé a escribir, ganando concursos literarios que se hacían en la escuela. Luego comencé a estudiar en la enseñanza superior y dejé el camino de la creación literaria, hasta que me mudé a una zona costera de Chile, donde se reactivó mi inspiración y comencé una desenfrenada creación de cuentos, entre ellos, el cuento por el cual me reconocen en este concurso. En ese entonces me solicitaban, en ceremonias del Municipio, para que leyera un par de mis cuentos, los que tenían un extraño efecto en los que escuchaban. Después me sumergí en el mundo laboral de la Educación y en el 2016 escribí mi primera novela “Lágrimas Vacías”, seguida de “El Muerto en la Ribera”, después vino “La Eternidad en la Hora Sexta” y, el último trabajo narrativo que realicé fue una compilación de mis cuentos de juventud en un libro titulado “Narraciones de la Noche”.

¿Cómo conoce sobre el XXI Concurso Literario Viña Joven y qué lo anima a participar?

Conocí el XXI Concurso Literario Viña Joven mediante la página escritores.org y me animé a participar porque el país que lo convocaba era de nuestra América, de nuestra “Viña Joven”, como la representa el Centro Cultural.

Por otra parte, quería formar parte de este rescate de la cultura, ser un “rescatado” de la zozobra cultural que padece nuestra amada América y acercarme, aunque fuera un poco, a los senderos de Martí en el sentido de la búsqueda de la cultura para poder ser verdaderamente libres.

Sentir, además, que aunque sólo soy uno y, por ser uno, soy pequeño; mi intención de aportar algo a la literatura es gigante y si puedo contribuir a este gran propósito de alguna manera, eso me llena de una inmensa esperanza.

FOTO José Alejandro Espinosa

José Alejandro Espinoza, ganador del Primer Premio. Foto: Cortesía del autor.

El jurado del XXI Concurso Literario señaló que su obra “responde a lo mejor del repertorio de la literatura clásica”. ¿De qué obras o autores se reconoce deudor?

En efecto, debo agradecer la influencia de grandes escritores, nombrando en primer lugar a Julio Cortázar, autor que me cautivó con sus cuentos y me orientó por mi camino de escritor con cuentos como “La Noche Boca Arriba”, “La Continuidad de los Parques”, que, en lo personal, lo encuentro una obra maestra; además de su originalidad en la obra “Historias de Cronopios y de Famas”.

Otro autor que se metió en mi pluma fue Gabriel García Márquez, con su obra “Cien Años de Soledad” y la gran variedad de relatos que reflejan el realismo mágico.

Edgar Allan Poe también es un autor que marcó mi estilo de escritura con sus cuentos oscuros, sacados de una noche plutónica.

Grandes narradores de mi patria (Chile) también fueron mis guías: Guillermo Blanco, Baldomero Lillo; ambos autores que narraban terribles realidades como si se estuvieran viviendo en carne propia, como lo es “Sub terra” (Baldomero Lillo) y “El Delincuente” (Guillermo Blanco).

Jenaro Prieto con su obra surrealista “El Socio” me cautivó y me llevó al mundo de lo absurdo, enseñándome cómo el rumor se transforma en mito, hasta llegar a ser realidad.

La novela “Niebla”, de Miguel de Unamuno, me marcó profundamente, a mis 15 años, por varios meses no pude sacarme de la cabeza esa revolucionaria idea de que un personaje de la novela fuera a encarar a su creador, como si nosotros los mortales pudiéramos encontrar el camino a la casa del Todopoderoso y preguntarle por el sentido de la vida.

“El Túnel”, de Ernesto Sábato, me enseñó ese extraño idioma de laberinto que se quedó en mi prosa.

Para finalizar, también quiero mencionar un autor que estampó ideas profundas en mis sienes; Hermann Hesse con sus novelas “El Lobo estepario”, “Demian” y “Siddhartha” eclosionaron en mis palabras como mariposas nocturnas.

 

Dentro de su recorrido literario, ¿cómo valora el reconocimiento que se le hace en esta edición del XXI Concurso Literario?

En primera instancia es una enorme satisfacción. Este reconocimiento me hace hacer las paces con la esperanza después de tanto deambular literario que terminó en calles sin salida. Lo veo, además, como una puerta, como una oportunidad para que mi círculo se rompa y se transforme en espiral, en un espiral creciente, que vaya más allá de lo que mi limitada imaginación pueda concebir. Lo siento como un bálsamo después de tantas asperezas de cartas sin respuestas, de botellas en el mar que no trajeron recate; como si me acabara de enterar que después de mi umbral existe un mundo.

Por todo esto, es que me inunda un eterno agradecimiento a los organizadores del XXI Concurso Literario, puesto que el reconocimiento que me brindan, sin duda alguna, es un peldaño para subir en mi carrera de escritor, ya que, los escritores, somos seres creados para comunicar y esta comunicación no debe ser un grito en el abismo donde sólo responde un eco sin alma, sino que una conversación con el universo, que nos envía respuestas, inclusive, cuando ya no las esperamos.