Ricardo Hodelín Tablada: “El concurso Viña Joven es una fiesta de la creación”
En la historia del Concurso Literario Viña Joven aparece varias veces el nombre del Dr. Ricardo Hodelín Tablada. Quienes lo conocen saben de su exitosa trayectoria tanto en el mundo de las ciencias como de la cultura. Pero, ¿cómo se autodefine el Dr. Hodelín?
Hace algún tiempo el crítico literario Fernando Rodríguez Sosa me hizo esta pregunta y le respondí: Ante todo como un médico que disfruta la práctica de su profesión, un investigador histórico que le apasiona hurgar en los intrincados laberintos de la historia y un eterno amante de los libros. Ahora añado que soy un cubano que apuesta por esta isla a pesar de las adversidades. Un santiaguero que no resiste estar mucho tiempo lejos de esta ciudad de fuegos a la orilla del mar. Un hombre que se emociona ante una puesta de sol, un óleo, un pas de deux o un juego de pelota. Un lector incansable. Un hombre que, aunque no sabe bailar, disfruta la música desde Vivaldi hasta los Beatles, desde Los Van Van hasta Irakere, desde Pepe Sánchez y Sindo Garay hasta Silvio Rodríguez. Un hombre al que le encanta el regazo de la familia. Un científico apasionado con los misterios de la investigación. Un escritor que escribe escuchando música instrumental. Para terminar, le aseguro que todos los días me levanto a conquistar el sol, y parafraseando a Silvio “soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad”.
¿Qué lo mantiene motivado a participar en un concurso como el Viña Joven?
El concurso Viña Joven es una fiesta de la creación. Compartir con los organizadores, concursantes y jurados es siempre reconfortante. Sus convocatorias reúnen a magníficas personas, e intercambiar con ellas enriquece la fibra noble del alma, para decirlo con palabras de Martí. Le comento que, precisamente, gracias a Elsita Santos llegué primero a la revista Viña Joven. Yo había escrito una recensión sobre el libro Paulina, la madre negra de Martí, texto de Josefina Toledo Benedit, y después de tocar las puertas de varias revistas, donde no fue de interés, Elsita me sugirió Viña Joven; así conocí a Mirtha Clavería, una dama de la cortesía y los buenos modales. La reseña se publicó, y entonces supe del concurso. Mi primera participación fue en la edición XIV con una crónica sobre el poeta Ignacio Vázquez, que obtuvo el segundo premio. Luego no he dejado de participar siempre que se convoca en los géneros de crónica o ensayo, y soy sincero, me place mucho todo el proceso de creación y participación en el concurso.
Disfruto visitar el Centro Cultural y de Animación Misionera San Antonio María Claret. Voy a contar dos anécdotas que me han ocurrido en él relacionadas con la magia de la creación. En cierta ocasión, durante una actividad del centro, Rodolfo Tamayo, director de Ediciones Caserón, me pidió que escribiera un texto sobre el poeta Reynaldo García Blanco; instantes después, sentado en el auditorio, me llegó el título y las primeras líneas. El pasado 26 de octubre, en el acto de premiación de esta edición del concurso, mientras esperaba el comienzo, me llegó de momento y me puse a escribir el final de un artículo sobre Santiago Ramón y Cajal, médico español, destacado en Cuba durante la Guerra de los Diez Años y que en 1906 obtuvo el Premio Nobel de Medicina. Ese artículo lo venía trabajando desde hacía tiempo, me daba vueltas en la cabeza y no lograba armarlo definitivamente; ese día encontré la solución. Así son los misterios de la creación, creo que debo plantearme, muy seriamente, acudir con más frecuencia a esta casa de Dios.
En los últimos años ha insistido en la crónica como medio de expresión, ¿por qué?
Inicialmente la crónica se utilizó para narrar hechos históricos, incluso en la Edad Media los historiadores eran llamados cronistas. Después se instituyó como género literario donde los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron (del griego Kronos, tiempo); pero el autor debe valorar, interpretar lo ocurrido. La crónica me permite historiar y usted conoce de mi pasión por la historia. El escritor escocés Robert Louis Stevenson aseguraba que el encanto debía ser una de las cualidades esenciales de la escritura y del escritor. Sin encanto no hay literatura que valga la pena, y la crónica, que está muy cerca de la emoción, cuando se logra bien, permite ese encanto.
La crónica tiene que lograr complicidad y confianza entre quien escribe y quien lee; su objetivo es conmover, no convencer. La mayoría de mis crónicas tienen una impronta intimista, son tributos a personas que están o estuvieron cerca de mí, a personas a las que admiro y debo agradecimientos. Me gustan además por la brevedad de su extensión, lo que no significa que sean fáciles de escribir y que no lleven una gran cuota de laboreo. Realmente me siento cómodo escribiendo crónicas que parten siempre desde la intensidad de los sentimientos, y trato de alcanzar los atributos que he mencionado, es decir, de hacer vibrar al que lee; si lo logro o no, ya eso lo dirán los lectores.
Dentro de su recorrido literario, ¿cómo valora el reconocimiento que se le hace en esta edición del XXI Concurso Literario?
Un concurso literario que haya alcanzado 21 ediciones es sin dudas digno de admirar. Es decir que se trata de un acontecimiento cultural que ha ganado prestigio nacional e internacional. Este año se evaluaron 437 obras de autores cubanos y extranjeros, y eso dice mucho de la acogida que tienen sus convocatorias. Destaco el prestigioso jurado que tuvo a su cargo la ardua labor de decidir. Ser galardonado me hace muy feliz, sobre todo porque la crónica premiada es un tributo a Elsita Santos, una persona que hizo mucho por la cultura de Santiago y del país. Elsita iba sembrando flores por donde pasaba y por eso es tan querida y admirada. Yo le debía este homenaje y ahora el concurso me permite materializarlo. Un premio regocija y compromete, es un alto en el camino, y si se trata del Viña Joven entonces el jubileo es mayor. Es un reconocimiento a mi obra. Espero que la festividad sea motivo suficiente para seguir adelante, para que Dios siga iluminando mis caminos y la musa de la creación me visite siempre.










