El mundo se detiene cuando un padre abraza a su hija

Muy emotivo. Todos los que asistieron en la tarde de este martes 19 de noviembre a una edición especial de El patio de los sueños, así lo definieron: emotivo. No es para menos. Cuando un padre abraza a una hija, el mundo se detiene. Pero nos adelantamos.

Especial en muchos sentidos fue “el patio” de noviembre. Primero, porque su anfitrión habitual, el poeta José Orpí se encontraba a más de 900 kilómetros de distancia, siendo homenajeado en el espacio El autor y su obra, de la Biblioteca Nacional José Martí. Segundo, porque en su lugar asumió la conducción Noel Pérez García, escritor y miembro del Centro Cultural; y tercero —y quizás lo más relevante–, porque el invitado fue el artista visual y trovador Carlos Javier Álvarez Bravo, quien durante unos años también integró el colectivo del Centro Cultural como coordinador del proyecto Arte Joven.

El patio de los sueños tuvo a Carlos Javier Álvarez como invitado

Entonces, fue una suerte de reencuentro, no de Carlos Javier con un espacio al que tanto entregó y al cual se ha mantenido unido aún desde sus nuevas labores como instructor de artes plásticas en el Sistema de Casas de Cultura; sino el reencuentro entre dos amigos con una historia común que se inició hace más de una década, de la mano de la trova, de la poesía, del quehacer común en las “peñas culturales” que por aquella época abundaban en la ciudad.

Y algo de aquel ir y venir por Santiago, guitarra en mano, canciones y poemas a cuestas, quisieron replicar en el patio, entre preguntas y respuestas, entre el recuerdo del Guantánamo natal de Carlos Javier y los primeros pasos en la música. Pidió Noel, y también Mirtha Clavería, que Carlos interpretara uno de esos temas que se hacían habituales en las peñas de la Casa Heredia, y que surgió del amor de un padre por su hija.

Cantó Carlos por primera vez ante su pequeña de nueve años y nombre de sabiduría, una canción que le pide a la vida la oportunidad de pasar a su lado el resto de sus años. Y Carla Sofía lloró al escuchar a su padre, y con su sincera inocencia le ofreció un abrazo que Carlos devolvió, como si abrazara a todos los que allí estábamos, conmovidos, ante el amor de un padre por su hija, cante un abrazo capaz de detener el tiempo.

Un abrazo entre padre e hija puede detener el mundo

Luego de eso no fue fácil continuar; pero alcanzaron las fuerzas para conversar un poco más de su etapa en el Centro Cultural, de su participación en los Salones de Arte Religioso, de su carrera artística en las artes plásticas y la presencia de la mujer en su obra, de su nueva responsabilidad en Casa de Cultura, ese espacio llamado a llevar el arte a las comunidades cubanas.

Y alcanzó el tiempo para conocer sus sueños de una sociedad donde prime la empatía, donde los jóvenes aprendan a reconocer todas las oportunidades que aún ofrece la cultura, para salvar de la banalidad que hoy prima.

Y alcanzó, cómo no, el tiempo, para escuchar al dúo de Farah y Francisco (miembros de la comunidad parroquial) y para que Carlos regalara otros dos temas de su autoría, cierre perfecto para otra tarde inolvidable como las que ya vienen siendo habituales cada Patio de los Sueños.

Carlos Javier conversa con Noel Pérez