Patio de fundadores, fiesta grande
En medio de una larga jornada de muchas emociones por la celebración de los 25 años de fundación del Centro Cultural y de Animación Misionera San Antonio María Claret (CCAM), el Patio de los Sueños, espacio habitual del CCAM adquiere una connotación especial, pues permitió un acercamiento a aquellos años fundacionales del Centro, desde la inspiración del padre Claret y su sueño de la Academia San Miguel.
Junto a José Orpí, anfitrión del patio, el p. Carlomán Molina Echeverri, misionero claretiano que, aún muy joven, llegó casi por accidente a Santiago de Cuba quizás sin imaginar que veinticinco años después su legado se expandería más allá de la misión sacerdotal, de la parroquia, del acompañamiento que habitualmente es propio de un sacerdote. Del otro, Mirtha Clavería Palacios, por aquellos años de la década del noventa recién regresando a la Iglesia tras la muerte de su padre, regresando al ejercicio de una Fe que en realidad nunca perdió y que la llevaría por siempre a convertirse en una pilar esencial del Centro Cultural que hoy vive. Ya lo dijo el p. Carlomán en la misa de acción de gracias del día anterior: el Centro Cultural es más del noventa porciento obra de los laicos, y Mirtha a la cabeza.
Fue una tarde la de este patio para recordar no solo aquellos orígenes desde la revista Viña Joven, aquellos primeros salones de arte religioso, pero también las primeras formaciones en la Palabra de Dios, para un pueblo que debía reencontrarse con la Fe, con la Palabra, con la Iglesia desde la misión; el primer apoyo e impulso de mons. Pedro Claro Meurice Estiú, y luego mons. Dionisio, hasta hoy.

También fue una tarde para agradecer por todos los que han contribuido a que el CCAM crezca, florezca, se expanda y se haya convertido en un importante núcleo en el diálogo Fe y Cultura, en el país. Mensajes de antiguos colaboradores y miembros del Centro Cultural marcaron un signo distintivo dentro del patio, porque el CCAM siempre ha sido una familia que se expande.
Desde el sabor de Colombia (con los dulces de café que el p. Carloman ofreció al inicio porque es tradición que antes de conversar se ha de endulzar el paladar), desde la música y la voz de Vivian Mendo, desde la rememoración, desde las simpáticas anécdotas de Orpí, se vivió una tarde festejos en la que, además, no faltó el cake (la torta, el pastel) y la entonación del «feliz cumpleaños» que no es más que el deseo de seguir soñando desde la Cultura y la Fe, por estas tierras del padre Claret.









