Las alucinaciones de Taung (Poesía)

¿Por qué tú también, cruel, alucinas tantas veces a tu hijo con imágenes engañosas?

¿Por qué no me es dado juntar mi diestra con la tuya, y oír tu voz, y hablar contigo sin falaces apariencias?

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VENTANAS I

Mi naturaleza es incontenible,

como la de los pájaros.

Nacen de un huevo,

porque necesitan romperlo.

Mi madre hacía el amor en la misma cama en la que yo dormía,

por eso amanecía con un olor a hombre que no era yo.

La silla rota, el cuadro torcido.

Mi niñez colgando de una puntilla.

La infancia pasó de largo dándome palmaditas en el hombro.

Mientras ella trabajaba duro

yo miraba hacia la ventana,

como quien se iba con los pájaros.

Romper la ventana con el pico.

Matar al niño para que vuelva a nacer.

 

PÁJAROS

¡Aquí estoy!

Viendo cómo los pájaros me cortan la vida con sus picos.

Los árboles de la sabana de Taung no tienen hojas;

tienen pájaros de plumas negras que le mudan en otoño.

Soy un cráneo sin oficio.

He tenido que sobrevivir con la sangre de los pájaros,

con todo el negro de la noche en su plumaje.

Hoy me desperté verdugo.

Voy a asumir las muertes que tengo pendientes.

A veces uno se despierta un poco verdugo

y va golpeando cabezas para afilar su orgullo o su hacha.

Soy posiblemente el más cobarde de los hombres;

pero soy fiel a mi cobardía.

Nadie sabe que mi hambre me hace devorar los pájaros,

que los como crudos.

Hoy el valor se vestirá de hombre.

Aunque los mismos pájaros me corten la vida con sus picos,

con sus muchas lenguas.

Un niño ha crecido y se resigna a ser hombre.

Y alucina con un mundo que no le pertenece.

 

VENTANAS II

¿Quién se detiene a observar el recorrido de una gota en la ventana?

Llueve. Millones de gotas golpeando el cristal.

Afuera, millones de gente son

como el pequeño cuerpo desnudo y sin nombre de una gota.

Siempre me he preguntado cómo sería un corazón por dentro.

Nadie nunca me ha dicho:

«¡Ven! Toma el mío».

Si no fuera un cúmulo de huesos

diría que una gota y yo tenemos más en común

que esos primates de los que hemos venido.

Darwin no sospecha que aún hay hombres matándose a palazos.

Me aterra el recorrido de una gota en la ventana.

Del otro lado del cristal un pedazo de agua quiere ser

algo más que un pedazo de agua.

Tuve ganas de unirme a la multitud;

pero nunca pude.

Finísimos hilos de acero atravesaban mis párpados.

Yo tenía un perro que me conducía a la locura

y no era más que un pobre niño

buscando a un pobre padre

que se había perdido.

 

 

Carlos Manuel Gómez Pérez;  Santa Clara, Villa Clara, 1991. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Editor de la revista digital del arte joven cubano Cómo. Organizador del Encuentro Hispanoamericano de Escritores. Miembro del Consejo Editorial de Ediciones Sed de Belleza. Promotor cultural del Centro Provincial del Libro y la Literatura. Fundador del espacio de debate sobre política cultural Cuerpo del delfín. Poemas suyos aparecen en revistas y antologías de Cuba, México y Ecuador. Viña joven (No. 58, 2016, Cuba), La necedad de las truchas (Plantel Sur Ediciones, México, 2016), Tlacuicani (No. 4, 2016, México), Amnios (19- 2016, Cuba), Corazón central (Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, Ecuador, 2016), La estrella en germen (Ediciones Sed de Belleza, Cuba, 2017).

Con los poemas aquí presentados, obtuvo el Primer Premio del XVI Concurso Literario Viña Joven, 2018; y aparece publicado en la revista Viña Joven 65