Ve y anuncia
Tercer Salón- año 2002
TEMA: EL PROFETISMO
VE Y ANUNCIA
El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones”. Yo contesté: “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!” Pero el Señor me dijo: “No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra”. Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: “Yo pongo mis palabras en tus labios. Hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar.”
Jeremías, 1, 4-10
En la Palabra de Dios, el profeta, hombre de fe en primer lugar, no es un personaje esotérico, sino el sufriente Siervo de Yahvé, al que le cuesta hacer la voluntad de Dios, pero “no puede” dejar de hacerlo porque ha vivido una experiencia que lo transforma por dentro: ha “visto” a Dios.
La primera regla del profeta es soltar las ataduras materiales que le impiden ir ligero, libre.