Presencia claretiana en el Museo Arquidiocesano, de Santiago de Cuba.*

Por: Antonio López de Queralta Morcillo

El 28 de diciembre de 1963, el recordado Arzobispo de esta ciudad, monseñor Enrique Pérez Serantes, bendecía solemnemente el museo de la Catedral, que por entonces se destinaba a recoger solamente objetos de arte religioso, documentos, etc., que pertenecían o tenían relación directa con la Santa Iglesia Catedral. Ahora, es Museo Arquidiocesano porque conserva y exhibe todo lo que puede del patrimonio de la Arquidiócesis Primada de Cuba.

Como todos sabemos, los museos constituyen uno de los índices de nivel cultural de una nación, ya que en ellos se conservan y exhiben las obras de arte, así como los recuerdos históricos que son patrimonio de todo nuestro pueblo.

En los museos de «Arte Religioso», como el nuestro, se conservan las obras que constituyen «el patrimonio artístico e histórico de la Iglesia», que no es ni más ni menos que la expresión de la creatividad de la fe en cada tiempo y cultura. Los objetos de arte sacro expuestos en estos museos nos demuestran claramente cómo se hizo la recepción de la fe católica en nuestros pueblos latinoamericanos, y además, manifiestan la estrecha vinculación que ha existido siempre entre la liturgia, el arte sacro y la vida cristiana.

Debemos destacar, e incluso insistir, en que todo museo de arte religioso tiene que desarrollar una amplia misión pastoral y de servicio no sólo a la Arquidiócesis o a los fieles cristianos, sino a todo el pueblo en general.

Entre las diversas colecciones que se pueden observar están: los cuadros de los arzobispos y obispos de Santiago de Cuba, imágenes del Niño Jesús, objetos de San Antonio María Claret y la sierva de Dios María Antonia de París, fundadora de las Hermanas Misioneras Claretianas; colecciones de música sacra y otras.

Para su instalación, en 1963, se escogió el local que ocupaba la Juventud de Acción Católica, situado en la parte alta de la antigua capilla del sagrario de la catedral, el cual aunque pequeño, le proporcionaba al nuevo museo un hermoso techo, todo él de cedro del siglo XVIII. Debido a una serie de desperfectos y filtraciones en el tejado, hubo que cerrarlo en 1991, para su restauración, que ha sido muy interrumpida; pero, con las remodelaciones que se han hecho en la actualidad, se le han añadido espacios que prácticamente duplican su capacidad y permiten apreciar mejor los tesoros que se muestran, entre los cuales se resaltan: una vitrina que contiene varias cartas autógrafas de San Antonio María Claret, una de ellas es de su época de sacerdote misionero en España; el libro de la erección de la archicofradía del Inmaculado Corazón de María en la desaparecida Parroquia Nuestra señora de los Dolores, de esta ciudad; el hermoso crucifijo talado en madera policromada, que el Santo Arzobispo mantenía sobre su mesa de trabajo en su despacho; algunos ejemplares de los muchos libros escritos por el Padre Claret antes y después de su salida de Cuba, fotografías, etc.

Restauradores del Museo -Andrés Pavón y Eduardo Franco- junto al Arzobispo de Santiago de Cuba Mons. Pedro Meurice. Les acompaña el director del Museo, Antonio López.

El museo conserva además un cuadro al óleo sobre zinc de la Virgen del Rosario, ostentando su Inmaculado Corazón, con Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena, que el Padre Claret mandó a pintar en esta ciudad para erigir la archicofradía del Inmaculado Corazón de María, en la Parroquia de “La Santísima Trinidad”, que actualmente atienden sus hijos espirituales, los misioneros claretianos.

Otra de las joyas del museo lo es la imagen tallada en madera de la vocación de Santiago, traída por el Padre Claret a su Catedral, así como un cuadro al óleo de Santiago Peregrino que adquirió en el puerto de Cádiz en el momento de embarcarse para Cuba.

En un espacio cercano al cuadro de San Antonio María Claret, en la colección de Obispos y Arzobispos de Santiago de Cuba, se encuentra la sede Arzobispal, que le fue regalada en el año 1852 por los canónigos al realizar el Santo una reforma capital en el templo catedralicio, que incluyó, entre otras, la colocación del altar de mármol de Carrara, que estuvo en el presbiterio hasta su posterior traslado a la Capilla del Sagrario, para en este lugar poner el altar de cara al pueblo, cumpliendo de forma admirable con los decretos litúrgicos emanados del Concilio Ecuménico Vaticano II.

También están aquí el crucifijo tallado en madera, ante el cual el Padre Claret celebraba su misa diaria en la Capilla Arzobispal, así como el área de mármol del altar, una bella talla de Nuestra Sra. del Rosario traída por él a Cuba en año de 1851, a la cual le profesaba gran devoción; y finalmente el atril de caoba calada y tallada, que fue usado por él durante su estancia en Cuba en su capilla privada.

De la venerable Madre María Antonia París de San Pedro, co-fundadora de las Misioneras Claretianas, el museo conserva cuidadosamente el Santo Crucifijo que le regaló el Padre Claret el día de su profesión religiosa, aquí en Santiago de Cuba; la sencilla mesa-escritorio y taburete que le regalara el Santo, y finalmente el cuadro al óleo que representa a la Sierva de Dios, y que es el único que se conserva en la actualidad, para el cual ella posara.

La visita al Museo Arquidiocesano, es sin lugar a dudas un encuentro con la historia de la Iglesia en Cuba, dentro de la cual las figuras de San Antonio María Claret y la Sierva de Dios, María Antonia Paría de San Pedro, ocupan un lugar importantísimo por sus aportes a la evangelización de nuestro pueblo.

* Artículo publicado bajo el título de Museo Arquidiocesano, en el nro 3 de la revista Viña Joven, correspondiente a al trimestre enero-marzo de 2000.