Una tarde con León Estrada
Cuando León Estrada habla hay que prestarle mucha atención. No solo para descifrar las palabras entre el tono casi conspirativo de su voz, sino porque siempre tiene algo importante que decir —más cuando de literatura se trata—, y lo hace con una coherencia, una sinceridad y una contundencia admirables.
Asegura sentirse nervioso con las entrevistas, pero se impone sus dotes de conversador. Sabedores de eso, el Centro Cultural y de Animación Misionera no dudó en invitarlo al espacio El patio de los sueños, que conduce el escritor José Orpí, en este regreso de las actividades habituales tras el control de la situación epidemiológica en el país.

León Estrada y José Orpí durante El patio de los sueños
Autor del imprescindible Santiago Literario (Fundación Caguayo y Ed. Oriente, 2013), no duda en afirmar que esta obra ha sido de lo más grande que le ha tocado hacer. «Me dio muchos dolores de cabeza, pero me divirtió mucho hacerlo», dice, y confiesa que de haber sabido que disfrutaría tanto la investigación, nunca hubiera escrito un verso en su vida.
Por suerte, pensamos mucho, no fue así, y ahí está su obra poética para demostrarlo. Sin embargo, esa pasión por la investigación, por la “averiguadera de la gente que nos antecedió”, ha centrado la mayor parte de su obra en los últimos años, junto a su labor como editor y jefe de redacción de la revista de la revista Del Caribe.

Vista del público reunido en El patio de los sueños
A su quehacer se agradecen libros como el Diccionario de escritores santiagueros (Eds. Santiago, 2005), la antología de poemas y canciones a la Virgen de la Caridad del Cobre La Virgen que vino del mar (Comisión Diocesana para la Cultura y Comisión Diocesana de Pastoral de la Comunicación, 2012) y otras muchas en las que rescata buena parte de la literatura santiaguera, pues Santiago de Cuba y su literatura es su principal interés.
A la pregunta cuáles son los sueños que le quedan por cumplir, confiesa que no tiene muchos sueños; pero que sabe de la importancia de tener al menos uno, “porque si no te mueres”.
Y así anda León, con su estirpe quijotesca, enfrascado en “miles” de proyectos, disfrutando del hurgar en el pasado, de leer la buena poesía, de conversar y de brindar su sapiencia a quienes reclaman de ella.