Palabras al catálogo del XXI Salón Nacional de Arte Religioso
Tras dos décadas conduciendo nuestras miradas al interior de las diversas interpretaciones de los artistas, respecto a la religiosidad; y después de dos años de ausencia del panorama visual santiaguero, debido a la crisis pandémica por la que atravesamos, el Centro Cultural y de Animación Misionera San Antonio María Claret vuelve a hacer posible el Salón Nacional de Arte Religioso, con la celebración de su vigésimo primera edición.
No pocos han sido los desafíos que han tenido que enfrentar sus organizadores en la concepción de la presente muestra; todo en aras de incentivar la asistencia de artistas de todo el país, así como garantizar la calidad de las obras presentadas.
Para la ocasión, 40 artistas, representando las provincias de Santiago de Cuba —en presencia mayoritaria—, Holguín, La Habana y Villa Clara, expresan en 53 obras, con absoluta libertad temática, sus experiencias individuales “dentro del extenso contexto de la cultura religiosa nacional y universal”, según versa en la convocatoria del Salón.
Esta nueva presentación ha sido privilegiada con el concurso de varias generaciones de artistas, y a su vez, se ha visto potenciada en la intervención de estudiantes de la Academia de Artes Plásticas José Joaquín Tejada, de Santiago de Cuba, aspecto que constituye un estímulo a la continuidad de la creación de los artistas emergentes.
A lo largo de veintiuna ediciones del Salón, es loable destacar la variedad de técnicas artísticas utilizadas para transmitir una amplia e igualmente variada mirada al arte religioso. En esta oportunidad, la fotografía resulta una manifestación recurrente. A ella se suman otras especialidades como pintura, escultura, tejido a crochet, dibujo, parche artístico, scratchboard —en concurso por primera vez–, instalaciones y el uso de técnica mixta.
A veces las obras ajustadas a la tradición en cuanto a lenguaje visual y recursos estilísticos; otras, un tanto más adaptadas a los nuevos tiempos; toda esta apertura de manifestaciones siempre está orientada desde —y hacia— diferentes e íntimas perspectivas del hombre y su fe religiosa.
Por lo general, las aproximaciones a la temática religiosa resultan de una gran riqueza de analogías y soluciones técnicas y lingüísticas. A través del empleo de símbolos litúrgicos, metáforas visuales, la parodia, el sarcasmo, el pastiche, la apropiación de citas de alguna que otra escena de la historia del arte, así como alegorías asociadas a pasajes bíblicos, los artistas nos conducen a lecturas más profundas de las enseñanzas del Evangelio. Igualmente, sus discursos se convierten en la vía para canalizar, a partir de sus experiencias, todo un universo espiritual muy personal que discursa alrededor de la fe, de utopías, creencias, sacrificios, aspiraciones, de sueños, del amor…en fin, del mejoramiento humano.
“El arte contemporáneo —un avezado crítico decía— solamente articula el sentimiento del hombre respecto al mundo”. El artista, en tanto sujeto sensible y racional que se relaciona con su entorno, busca trascender su realidad mediante el acercamiento a una verdad espiritual, sondeándola o negándola. Los discursos que se exponen hoy estimulan la preservación de un grupo de valores éticos, de armónica convivencia, de bondad, de aceptación y urbanidad, en medio de la rasgadura que sufren las virtudes cívicas en nuestro mundo actualmente. Son de los aciertos que deberíamos justipreciar de esta nueva jornada.
MSc. Odalis Belén Guillot
Santiago de Cuba, noviembre de 2022