María Caridad Campistrous: A monseñor Meurice lo admiré y lo admiro

Entrevista concedida a José Orpí Galí, por María Caridad Campistrous Pérez, Directora del Instituto Pastoral Enrique Pérez Serantes, en “El Patio de los Sueños”. Junio de 2017.

 

María Caridad López y María Caridad Campistrous durante El Patio de los Sueños

José Orpí Galí (JOG): Nos gustaría conocer algunos datos sobre el Instituto Pastoral Enrique Pérez Serantes que usted dirige, por ejemplo: dónde radica, quién lo fundó, qué objetivos lo guían, qué especialidades se estudian, cuántos graduados; en fin, todo aquello que nos informen sobre tan importante institución.

María Caridad Campistrous Pérez (MCC): Primero dar las gracias por esta invitación, y luego decir que me encanta ese nombre de “El Patio de los Sueños”, porque en ese patio han soñado generaciones; hemos soñado muchos, muchas cosas.

El Instituto Pérez Serantes lleva el nombre de ese arzobispo santiaguero, que fue monseñor Enrique Pérez Serantes. Es el centro de formación laical de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba; está asociado al Instituto Internacional de Teología a Distancia, adscrito a la Facultad de Teología de la Universidad de Comillas.  Ya tiene 25 años de haber comenzado su labor.

Comenzó con quienes lo fundan: el hermano Luis Franco —hermano de La Salle— y el hermano Osvaldo Morales. Los dos, siendo monseñor Meurice el arzobispo, comenzaron con este Instituto de formación laical que, cuando empezó, y esto sí hace más de 25 años, comenzó con cursos para los sacerdotes, cursos de teología. Y después se amplió y empezaron los cursos de formación laical. ¿Qué especialidades? En estos momentos las especialidades son: Doctrina Social de la Iglesia y Catequética. Hay otra especialidad que no le solemos llamar como tal, porque forma parte de lo que estudian todos los estudiantes antes de escoger entre las especialidades antes mencionadas: nos referimos a la Antropología.

Ahora estamos esperando que se termine el nuevo plan de estudio de Familia y el de Medios de Comunicación Social. El Plan de Estudios de Familia, se está conformando de acuerdo a todo lo que se valoró y se recomendó en el Sínodo de la Familia.

Y Medios de Comunicación Social, que lo están haciendo nuevo, pues los libros que tenemos son de fines de los años noventa; y hace falta…no aire fresco…hace falta un ventarrón de cambio que saque todo lo añejo para poder tener un Plan de Estudio a la altura de los medios actuales. Tiene partes que sí permanecen —la parte de ética, de humanismo—, pero todo lo que tiene que ver con diseño, etc, hacía una falta enorme que se renovara y, por ello, en estos momentos no se oferta como especialidad.

JOG: De igual modo, y dado que el boletín “Iglesia en Marcha” es muy conocido por los miembros de la comunidad religiosa en la ciudad, nos sería de sumo interés que nos hablara de aspectos relacionados con su fundación, confección y hacia quiénes va dirigido su mensaje.

MCC: Eso le tocaría más a Chuchú [María Caridad López], pero de todas maneras, volvemos a los hermanos de La Salle. El hermano Luis, español, venía por primera vez a Cuba, muy lleno de sueños e ilusiones, porque leía mucho de lo que estaba pasando en Cuba, la Revolución cubana; venía todo entusiasmado de lo que se iba a encontrar aquí.

Iglesia en Marcha si no fue el primero fue de los primeros boletines. Se sacaba todos los meses. Cuando comenzó no teníamos todos estos adelantos tecnológicos: había que escribir, que fotocopiar con esténcil, pero bueno, empezó a llenar un espacio. Fue muy bien recibido.

El hermano Luis lo quiso comenzar con los jóvenes. Y empezó con jóvenes nada más. De los jóvenes que iniciaron solamente queda Chuchú. Rápidamente (…) otras personas empezaron también a trabajar en ese boletín, que se ha conservado;  pero que, si bien hoy en día un poco es una publicación más, en los años en que surgió, en la primera década y en los primeros quince años, llenaba un espacio y caminaba. Se editaban los que se podían, pero caminaba de mano en mano.

(…) Lo que sí se quería es que Iglesia en Marcha fuera algo popular, no de altos vuelos, sino algo que pudiera llegar a todo el mundo.

JOG: Hemos conocido que Ud. mantuvo una estrecha colaboración con monseñor Pedro Meurice Estiú, figura central de nuestro universo religioso. Nos daría gran placer si pudiera referirnos sus impresiones más vívidas en torno a la huella que dejó en usted, y su legado.

MCC: Has tocado un punto… Es que monseñor Meurice fue obispo, pero fue amigo, compadre; una persona a quien admiré y admiro, por su entereza, por su valor, por su decir las cosas sin darle vueltas, sino al pan, pan y al vino, vino, y en el momento que hay que decirlas.

Para mí también fue una figura muy grande monseñor Pérez Serantes, y Meurice siguió los pasos de monseñor Pérez Serantes; ese magisterio derecho y… como un refrán que yo oía en mi casa de pequeña, que decía: «la vara de la justicia es recta y cuando no le abren la puerta tumba la pared». Esa voz de Pérez Serantes, Meurice la mantuvo. Cuando había que hablar, lo que era, sin miedo.

Los que recordamos algunas veces oírlo en las homilías, él se emocionaba y pegaba un piñazo al ambón cuando estaba diciendo algo… No podemos olvidar es cuando vino el Papa Juan Pablo II; esas palabras de bienvenida de monseñor Meurice, que ni le sobró ni le faltó una; que le dieron la vuelta al mundo y que, para muchos, fue ver lo que en realidad era la iglesia cubana. Fue un cambio de mirada para muchas personas, y un cambio de actitud de muchas personas también. (…) Para mí esas palabras de bienvenida fueron clave para muchos cambios, es mi manera de verlo.

Pero en verdad fue una persona a quien quise y admiré grandemente.

JOG: ¿Qué significa Santiago de Cuba para usted? ¿Qué consideraciones le merece una ciudad como esta, que balancea su historia entre sismos, huracanes y el aliento poderoso de la fe?

MCC: Si algo digo con orgullo es que soy santiaguera. En estos días tenemos una reunión en El Cobre y hay personas de otros lugares de la isla y yo les decía: «No es que venga de muy cerca la recomendación, pero miren, miren ese paisaje. Miren». Porque es que uno nace en Santiago, en Oriente, y se acostumbra a ver las montañas y cuando está en otros lugares donde todo es llano, no es lo mismo. Nos hace falta ver el verde de las montañas, oler el salitre del mar, subir las lomas y ver este cielo… este cielo no se ve en todas partes, este azul, nublado, como esté; es esa combinación armoniosa de la naturaleza que hacen ya de por sí a Santiago, un lugar acogedor. Como decía Meurice, [tenemos] el tesoro más grande de Cuba, ahí, en las serranías. Y nos acostumbramos tanto a que la tenemos ahí, que no sentimos que es algo tan importante para el resto de los cubanos; pero cuando vienen y se van acercando a la casa de la Madre, se lo sienten. Porque es también un imán que tiene la región oriental. Yo tenía una buena amiga y ella decía que ser santiaguero era ser cubano dos veces, porque era, además, de Santiago de Cuba. El orgullo ese de el ser oriental, porque estamos orgullosos de esta tierra caliente pero hermosa, donde nunca por más que haya llovido se ha apagado del todo la fe. Y eso por la Madre que la tenemos cerca, por ese espíritu también, de esa fe vivida y aprendida en familia, y de esas semillas de Evangelio que se regaron por todas partes, y algunas se fueron pero dentro siempre quedó el ejemplo. Para mí eso es ser santiaguera: un orgullo.

JOG: Cómo nuestro espacio se nombra “El Patio de los Sueños”; ¿qué sueños han logrado cumplir y cuáles desean ver realizados?

MMC: Podemos hablar del patio en lo físico. Este patio pasó por una época en que estaba bastante destruido. Yo nunca soñé que pudiera ser tan hermoso el patio y todo lo demás. Porque ese es un reconocimiento que habrá que hacerle siempre al padre Carlomán, que hizo de lo que había aquí, lo que hoy tenemos.  Y esos sueños que se cocinaron, como se dice, en ese patio, y en los vetustos corredores de aquel entonces se han ido haciendo realidad. Una realidad que no soñábamos tan grande, y queríamos ver algo. Pero ya vemos y cada vez vemos más. Y al igual que el edificio material nunca lo soñamos tan bonito, pues los otros sueños son más grandes de los que nos atrevíamos a soñar en aquella época. Y seguimos soñando. Decía monseñor Elder Cámara, el Obispo de los Pobres: «sueño que se sueña solo, ha de ser pura ilusión; sueño que se sueña juntos, es señal de solución. Soñemos juntos, compañeros» —y esto de compañero es de monseñor—. Y eso a mí me encanta; porque es la realidad. Cuando soñamos juntos ese sueño lleva a la acción. El sueño que nada más se sueña es la quimera. Pero cuando el sueño llega a la acción entonces… soñemos juntos, compañeros.