Noel Pérez García: «Tendría que agradecer a la literatura los amigos que me ha dado»

Entrevista concedida por el escritor Noel Pérez García, durante El Patio de los Sueños del 15 de enero de 2019.

En la tarde de hoy, 15 de enero de 2019, celebramos el segundo aniversario de El Patio de los Sueños, por donde han desfilado, como diría Martí, «obispos y embajadores»; permitiéndonos conocer vida y obra de múltiples escritores, artistas de la plástica, personas vinculadas a la vida religiosa, y un largo etcétera. Hoy es, por lo tanto, un día festivo. Perdonen la ausencia de globos y piñatas pero lo importante es que la alegría la llevamos muy dentro, gracias, sobre todo, a este público que nos acompaña los terceros martes de cada mes. (…)

Hoy tenemos, al fin, a un invitado largamente deseado y solicitado, (…). Su carisma y sus dones lo han hecho merecedor de estar con nosotros. (…).

Le conocí hace algunos años, cuando tuve el honor de ser jurado del I Concurso Caridad Pineda in memoriam; donde resultó ser el ganador. Para ese entonces me preguntaba: ¿quién será ese muchacho alto y escuálido que con tan buen tino logró subir a lo más alto del podio? Pues, ese escuálido joven poco a poco se fue colocando, a golpe de talento, humildad y perseverancia, en cuanta confrontación literaria fuese posible. Y yo pensaba: ¿será un émulo mío? Pues no; es que sencillamente posee cualidades tan relevantes en disímiles registros de la literatura, y más allá, que hoy ya no nos asombran sus éxitos.

Cualquiera que lo ve no puede sospechar lo que se esconde tras su sobriedad, decencia, buen ánimo y buen humor. (…).

En medio de su desnuda sencillez, en cierta ocasión me dijo: «Orpí, déjame acercarme bien a ti para que se me pegue la buena suerte». ¡Oiga usted! Lo cierto es que el intento resultó, pues a los pocos días se ganaba los Juegos Florales, le publicaron un libro, y tres escritores consagrados confiaron en él para que les presentara sus últimas producciones.

En fin, señores, que su presencia aquí no es una dádiva ni un capricho, ni un formalismo. Es ante todo un reconocimiento y un deber. Bienvenido a la fiesta del segundo aniversario de El Patio de los Sueños, Noel Pérez García.

 

Noel Pérez y José Orpí durante El Patio de los Sueños. Foto: Joaquín Sellén

Noel Pérez García (NPG): Antes que todo, agradecerte por esa presentación, tan bella. Agradecer a Mirtha, a Belkis, al Centro Cultural, por haberme invitado; porque, como bien dices, aquí han estado sentados, no sé si embajadores, pero sí obispos. Y creo que me quedará ya el raro privilegio de haber sido quizás el más joven que has tenido sentado a tu lado; cuando sé que hay otros muchos escritores, intelectuales tan jóvenes como yo, o más jóvenes, que también podrán pasar por aquí en cualquier momento, y tienen los méritos suficientes para haberse sentado aquí mucho antes que yo. Así que gracias por esa esa presentación.

José Orpí Galí (JOG): Dadas tus múltiples facetas en el terreno escritural, responda: inciso a) ¿En qué género te sientes más cómodo?…

NPG: En la narrativa. Es lo que siempre me ha gustado. Me siento más cómodo, te digo, en el sentido de que es lo que más me gusta escribir, pero no es lo que más fácil escribo. Porque para la narrativa necesito otros espacios, otras condiciones a la hora de sentarme a escribir, que no siempre las he tenido. Pero es un género que disfruto mucho, que me encanta leerlo, que me ha dado también muchas alegrías. Por eso estoy contentísimo de que este año pueda salir mi primer libro de cuentos. Y es que mi primer libro fue el poemario, premio de los Juegos Florales; una alegría que todavía estoy disfrutando; pero este libro de cuentos, para mí, va a ser algo indescriptible, porque es el género que me gusta, por el que comencé (digámoslo así) a pensar en serio en la escritura y, además, en el que he logrado algunas cosas de las que estoy sumamente satisfecho (…) Cuando Yunier [Riquenes] me entrevistó por haber ganado los Juegos Florales, yo le decía que considero que mi poesía es “narrativa”, que tiene mucho del narrador que me considero. Y me alegró que en la presentación de mi poemario, León Estrada señalara un poco ese acápite de mi carrera. No me molestaría nunca que me definieran como narrador. Todo lo contrario.

JOG: … inciso b) ¿De qué concurso te gustaría ser jurado? Fundamente su respuesta

NPG: ¿Jurado?… Creo que del [Premio] Casa de las Américas. Más allá de la parte en que pasas una semana en el Hotel Jagua, leyendo nada más (risas), por lo que significa Casa de las Américas; por las personas que lo han ganado, por los jurados que han existido; por saber que estaría en una institución que acogió a tantos grandes de la literatura que yo admiro (Cortázar, Galeano…). Serían méritos suficientes para decidirme siempre por ese concurso. Y además, porque los libros del Casa son libros que yo aprecio.

JOG: La poesía que se escribe en la actualidad, además de variopinta, es en ocasiones cuestionadora y agresiva. ¿Con qué presupuestos espirituales y técnicos, se enfrenta Noel al acto vital de la poesía?

NPG: Yo me considero, lo confieso, un mal lector de poesía. Es raro que lo diga así alguien que intenta escribir poesía. Pero lo digo porque ha sido una lectura muy desorganizada y en las cuales yo tengo mi propio altar de poetas, que muchas veces no son los que están en el canon establecido. Siempre me ha gustado una poesía que me ofrezca una historia, quizás por eso de considerarme más narrador; que más allá de los recursos técnicos, de todo lo que pueda encerrar el acto poético en sí, me transmita una historia. Ya a la hora de escribirla, primero tengo que sentir esa necesidad de contar algo, sobre todo cosas que me afecten de cierta manera y no pueda expresarla en otra forma que no sea en verso. Una idea puede surgir en cualquier momento; como me ha sucedido: yo he publicado sobre una misma idea crónica, poesía y cuento; pero a veces hay temas que te afectan de manera especial y entiendes que la manera más concisa, el lenguaje ideal para hacer llegar esos sentimientos es la poesía. No soy ese poeta que se sienta a escribir el poema a ver cómo sale. Normalmente voy caminando, llega una idea y de ahí surge el poema, o al menos la necesidad del poema. Desde que surge esa necesidad hasta que sale el poema, pueden suceder muchas cosas (puedo eliminar diez borradores, puedo escribir el poema de un tirón y luego darme cuenta que no es el que quería), creo que mientras esté latente esa necesidad, creo que el poema no está concluido. Cuando siento que la necesidad desapareció, es porque el poema, el que yo quería, está listo.

Vista del público asistente. Foto: Joaquín Sellén

JOG: Santiago de Cuba es una ciudad pletórica de magia y de misterios; nuestra casa común. ¿Cómo la ve, siente y padece Noel Pérez?

NPG: Mira, yo estudié cinco años en la Universidad de La Habana. En primer año siempre les decía a mis compañeros que yo iba a regresar a Santiago. (…). Santiago de Cuba es una ciudad que yo adoro. No lo escondo. De hecho, durante seis años escribí un blog (…), y tenía que escoger el tema (temas que pueden ser muy disímiles: personales, cine, literatura…) y el tema que escogí fue Santiago. El blog se llamaba Santiago en mí, es decir, era la mirada a Santiago, desde mi perspectiva. Un blog que durante años nadie sabía que era yo quien lo escribía. Entonces, Santiago siempre ha estado presente, y eso tiene una razón: me lo inculcó mi familia, sobre todo mi abuelo. Mi abuelo era una persona que amaba mucho a Santiago de Cuba y me hablaba mucho de ello, del Santiago que él conoció y del que yo conocía. Es una ciudad que llevo constantemente, que la sufro mucho; sufro muchas cosas actuales de Santiago: una de las que más me afectan por estos días, es la presencia de muchos animales abandonados en la ciudad, algo que no solo afean la ciudad, sino que te habla bastante mal de los sentimientos de las personas que la están habitando; me afecta mucho la desidia que a veces hay en las personas para con la ciudad; lo que está sucediendo, por ejemplo, con la cultura (porque para mí no hay ciudad con más cultura que Santiago: en Santiago “surgió todo”, prácticamente) (…). Pero más allá de todo eso, a mí me encanta caminar la ciudad, soy de los que camina bastante. Una de las cosas que más me gustan, y alguna vez lo dije, es que para donde quiera que miro, veo las montañas; y no siempre es la misma montaña; aunque bajes la misma calle, no siempre es la misma montaña. Y eso me provoca un estado de bienestar, que no lo he sentido en ningún otro lugar. Por suerte he podido viajar a varias provincias (algunas me han gustado más, algunas menos), pero siempre extraño esa necesidad de mirar al horizonte y ver las montañas. Eso es lo que más me fascina de Santiago.

JOG: La madre Teresa de Calcuta dijo: «Si tienes éxito y te ganas falsos amigos y verdaderos enemigos, lucha de todos modos». ¿De qué forma han influido amigos y enemigos en tu vida y en el ejercicio de la profesión?

NPG: Para mí la amistad es una cosa invaluable. Yo me considero buen amigo de mis amigos; y me encanta hacer amigos. (…). A mí me sucedió algo curioso. Cuando me fui para La Habana, la mayoría de mis amigos del preuniversitario quedaron acá en Santiago. (…) fueron amistades que, aunque luego seguimos en contacto algunos, la vida nos separó. Cuando salí de La Habana, dejé grandes amigos en allá, incluida una gran amiga que es como si fuera mi hermana (hoy todavía, aun cuando vive fuera del país, se mantiene esa necesidad de saber uno del otro). Y durante prácticamente un año, o año y medio, yo en Santiago sentía que no tenía esos amigos a quién primero acudes cuando tienes un problema. Y esas amistades, mi círculo más cercano de amistades, «las tres patas de la mesa», como me gusta decirle, me lo vino a dar la literatura: el taller Aula de Poesía. (…). Si algo tendría que agradecer a la literatura, aparte de todas las cosas, es haberme dado los amigos que me ha dado.

JOG: Si te diesen la posibilidad de viajar en la máquina del tiempo, pero solo al pasado, ¿qué instante de tu vida quisieras volver a vivir?

NPG: La etapa de mi beca en la Universidad de La Habana. Esos fueron años increíbles, que a veces en el momento en que los estás viviendo no los valoras por lo que realmente son. Pero fueron años de muchas cosas buenas, de muchos momentos malos, pero sobre todo mucha diversión. (…). Esa fue una etapa muy linda, que todavía la añoro mucho, por todas las personas que conocí, por lo que significó estar becado… (…) Fueron, en general, momentos bonitos que me gustaría, con la experiencia de ahora, volverlo a repetir. Después cuando comienzas a trabajar te das cuenta de que se pudo haber aprovechado más el tiempo. (…). Y a eso tendría que añadirle… porque a veces me han preguntado qué es lo que más recuerdo de la universidad: bueno, la beca, pero lo que más recuerdo es el año y medio que estuve inscrito en el Club Minerva de la Biblioteca Nacional [José Martí]. Esa fue una de las cosas que más me gustó de mi etapa en la universidad. Siempre cuento una anécdota, de que había una amiga que todos los días me veía y me preguntaba «qué te estás leyendo hoy», y en broma tenía que responderle, «lo mismo de ayer»; porque como yo sacaba un libro semanal, ella se quedó con el hábito de verme siempre con un libro diferente. Esa fue una etapa muy linda.

JOG: Se cuenta en La Biblia que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de una ballena, y solo cuando clamó a Dios este permitió que el cetáceo lo devolviera a la orilla del mar. Tras este episodio, Jonás, por indicación divina, se dirigió hacia la ciudad de Nínive para alertar a sus habitantes, sobre las maldades que se estaban cometiendo y ofendían a Dios. Si tú fueses un Jonás de nuestros días, ¿qué situaciones o distopías que nos circundan te gustarían combatir?

NPG: Hoy un poco que comentábamos de eso, aquí en el Centro Cultural. Porque yo decía que el ser humano a veces, cuando ve que está tranquilo, como que busca la manera de enredarse en algún problema. Yo lo que alertaría sobre todo es sobre ese belicismo que tiene el ser humano por naturaleza; ese querer apropiarse de lo ajeno, ese irrespeto hacia los otros, ese sentirte superior al de al lado. (…). Alertaría sobre eso. Creo que es más fácil llevarse bien que llevarse mal.

Noel Pérez y José Orpí. Foto: Joaquín Sellén

JOG: ¿Qué epitafio te gustaría que colocaran en tu tumba?

NPG: Sabes que nunca he pensado en eso. Y es curioso, porque en mi literatura, tanto en poesía como en narrativa, el tema de la muerte ronda bastante. En el poemario hay varios poemas que tocan el tema de la muerte, y en el libro de cuentos hay incluso una historia que, en una de sus partes, transcurre en una funeraria. Chico…, no lo he pensado. Cuando lo piense yo te lo voy a decir para que tú seas (porque sé que vas a durar cientoveintipico de años) el que hagas mi despedida de duelo y ordenes que lo pongan en la bóveda.

JOG: Es que sabes que estoy haciendo una investigación…

NPG: Sí, lo sé. El tuyo me encanta, pero ya no lo puedo utilizar… A lo mejor pongo, «búsquenme donde está Orpí».

JOG: Esta es la pregunta obligatoria más sencilla y comprometida de este espacio: ¿Cuáles son los sueños que tiene Noel?

NPG: Pensé que me ibas a hacer otra que a mí me encanta cuando la preguntas; y que como he escuchado tantas veces responderla, esa sí la he pensado y tenía la respuesta pensada. [Risas. Desde el público dicen que de todas formas la diga]. Mira, sueños, muchos. Algunos ya los he cumplido, por suerte. Y entonces vuelvo a lo de la literatura: no sé si llegaré a ser un escritor muy reconocido, realmente no es uno de mis sueños; no aspiro a ser un gran escritor… —De hecho tengo un hándicap que para mí se ha convertido en un chiste, y es mi nombre, pues casi todos me dicen Noel Pérez y en Santiago de Cuba hay como quince, y hay un “gran” Noel Pérez que es Noel Pérez Batista, el locutor, que varias veces me lo han achacado de padre (tuve la suerte de conocerlo personalmente hace poco). (…)—; pero sí varios de los sueños me los ha cumplido la literatura. De esos sueños que uno tiene de niño, al venir de una familia que me dieron todo lo que podían darme (que no era mucho), y por tanto quedaron eso sueños. Sueños… quisiera, por ejemplo, poderle hacer la vida a mi mamá un poco más fácil de lo que la tiene; y ojalá la literatura me ayude en eso (estamos en ese camino). También, que cuando llegue el final, siempre haya algún amigo al lado mío, o que yo esté al lado de algún amigo; porque eso es importante. Que alguien me recuerde; no tiene que ser todo el público que diga «¡Ah, Noel Pérez!, el escritor» (además, un concurso literario que se llame Noel Pérez García, debe verse bien feo); pero sí que en algún momento alguien me recuerde con cariño. Ese creo que sería un sueño bonito.

Ahora, para complacer a los que pidieron que diera la otra respuesta: Tú siempre preguntas algo que me resultaba muy curioso: que si te dieran el don de… [Orpí dice que si es la de «la lámpara de Aladino], sí, la de la lámpara: si te diera el don de develar algún misterio. Esa es una pregunta muy interesante; y casi a todos los que escuchado dicen que el misterio de «la muerte». Y sé que es un misterio, sobre todo para las personas de fe, muy importante. Pero a mí, el misterio que me gustaría resolver y solucionar es el de la vejez. Desde mi formación bioquímica, la vejez tiene una explicación molecular, una explicación biológica. Y en teoría uno pudiera alargar la vida; pero ni siquiera me refiero a vivir 120, 130… miles de años como en las novelas de Asimov; sino vivirlos con calidad de vida. Porque a mí, en el plano personal, porque conozco casos, me duele mucho ver personas de la tercera edad que tienen todavía todo un mundo para dar en cuanto al intelecto, y el cuerpo los traiciona. Entonces, como he chocado tanto con eso, es un misterio al que me gustaría darle solución.